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El desastre tras la fusión de Evo Banco con Bankinter

En el verano de 2025 nos llegó la noticia: Evo Banco desaparecía y pasaba a integrarse en Bankinter.

Cuando abrí la cuenta en Evo Banco, me pareció un banco distinto. Era 100% online y gratuito, y en aquel momento lo que más llamaba la atención era que podías sacar dinero en cualquier cajero de Europa sin pagar comisiones. Para los jóvenes fue un golazo, porque viajar era mucho más fácil sin tener que preocuparte por cargos extra.

Al principio también ofrecían intereses muy buenos sin necesidad de depósito, algo que hoy parece ciencia ficción en una cuenta corriente. Con el tiempo esas ventajas se fueron perdiendo, pero yo igual mantenía la cuenta porque me servía como cuenta de referencia para otros bancos. Por ejemplo, en EBN solo podías transferir dinero hacia cuentas tuyas verificadas, y tener Evo Banco como puente era comodísimo.

Claro que no todo era perfecto. Los bancos en España ya de por sí no funcionan demasiado bien (aunque en Portugal, honestamente, peor todavía). Y Evo Banco tenía sus límites: si necesitabas algo más formal, como un cheque bancario, era misión imposible. Habían cerrado todas sus oficinas y solo quedaba una en Madrid, así que tenías que desplazarte hasta allí para gestiones presenciales. Eso lo volvía bastante inútil si querías algo más allá de mover dinero online.

Entonces llegó la fusión. A todos los que éramos clientes nos comunicaron que pasaríamos automáticamente a ser de Bankinter. En teoría, el proceso era simple: con la misma clave que usábamos en Evo Banco teníamos que registrarnos en la plataforma de Bankinter y generar nuevas claves de acceso.

En la práctica, fue un desastre. Diego lo hizo rápido y sin problema, aunque su tarjeta tardó casi 2 meses en llegar. Yo, en cambio, estuve semanas sin poder acceder a mi cuenta porque la web no me aceptaba las claves. Me salían errores todo el tiempo. Escribí como una loca por Instagram a las cuentas oficiales, pero nadie respondía. Y de repente, un día, probé otra vez y empezó a funcionar solo, sin que nadie me diera una solución.

Cuando por fin logré entrar, aparecieron nuevos problemas. Mi tarjeta de débito no existía en el sistema. Yo la había tenido siempre en EVO Banco y ahora simplemente había desaparecido. Cuando finalmente logré hablar con alguien de Bankinter, me dijeron que no sabían qué había pasado con esa tarjeta, que no tenían ni idea. La “solución” fue pedirme una nueva. Al menos no tenía coste, pero tuve que esperar a que llegara a mi domicilio para poder activarla y empezar a moverme con normalidad.

Lo del certificado de titularidad fue otra pesadilla. Como mi IBAN había cambiado con la fusión, yo necesitaba actualizar mi cuenta de referencia en todos mis otros bancos. Para eso, me pedían el certificado de titularidad, pero cada vez que intentaba descargarlo en la web, me daba error. Resulta que para obtenerlo necesitaba una tarjeta de coordenadas. Intentamos pedirla online, pero el sistema tampoco me dejaba. Así que no quedó otra que pedir la versión física, que supuestamente llegaba en 4 o 5 días hábiles. Por supuesto, no llegó en ese plazo.

Lo patético de todo: estamos en 2025 y todavía dependemos de un cartoncito con números para validar operaciones. Todo funciona de forma arcaica, lenta y con una burocracia absurda que solo le hace perder tiempo al cliente. Pasaban las semanas y yo no podía usar mi cuenta. Quería transferir dinero desde Bankinter a EBN y WiZink para poner unos depósitos, y no podía, porque sin la dichosa tarjeta de coordenadas no se autorizaba nada.

Ya a mediados de agosto, después de estar con este lío desde junio, tuve que volver a escribir a Bankinter por Instagram y decirles que había pasado el plazo y no había llegado nada. Mientras tanto yo con una cuenta bloqueada, sin poder mover mi dinero, con todo retenido e inmovilizado, porque su sistema no funcionaba y no eran capaces de darme una alternativa online.

Además de poner una reclamación ante la oficina del consumidor, hice una programación para que a diario llegara un email al banco de mi parte pidiendo una solución.

Como se imaginarán, dichos emails tampoco obtuvieron respuesta.

La experiencia de usuario ha sido desastrosa durante la migración.

En lo personal, lo que siento es que Evo Banco representó una etapa de innovación bancaria en España, pero terminó absorbiéndose en la dinámica tradicional de un banco grande. Para lo poco que yo usaba mi cuenta, me sigue sirviendo, pero ya no tiene nada de especial.

Si algo me deja esta experiencia es que la banca digital en España aún tiene mucho que mejorar. De nada sirve presumir de modernidad si al final dependes de un cartoncito de coordenadas que ni siquiera llega a tiempo por correo.

Mientras tanto, yo no podía mover mi dinero ni hacer transferencias, perdiendo tiempo, paciencia y oportunidades. Esta experiencia me enseñó que, más allá del marketing de innovación, lo que realmente importa es la eficiencia y fiabilidad del servicio, algo que Bankinter todavía tiene pendiente.

El 5 de septiembre de 2025 finalmente recibí una respuesta formal de Bankinter. Como era de esperar, no me ofrecen ninguna solución real. Es un texto genérico en el que me piden disculpas y hablan de “incidencias puntuales” y de “protocolos de seguridad”, pero la realidad es que yo seguía sin tarjetas, sin tarjeta de coordenadas y, en consecuencia, sin poder acceder ni usar el dinero que tengo en mi propia cuenta.

Durante la primera semana de septiembre volví a llamar al banco. Esta vez ya había llegado la tarjeta de coordenadas (había tardado un mes), pero la tarjeta de débito seguía sin aparecer. La persona que me atendió me dijo que seguramente se había perdido en el correo —así, sin más— y que la única solución era pedir una nueva, que “en cinco días llegaría”. Sí, los mismos cinco días que ya me habían prometido antes.

Hicimos el pedido de la segunda tarjeta y, mientras tanto, seguí enviando el mismo correo diario a Bankinter recordando que la tarjeta aún no llegaba. Pasaron las semanas, y finalmente, a mediados de octubre, aparecieron dos sobres en el buzón: la tarjeta perdida y la segunda que había pedido. Pero ninguna de estas 2 tarjetas era la que me aparecía en la aplicación, por lo que ninguna funcionaba.

Como en la aplicación salía una tercera tarjeta, me imaginé que aun tendría que esperar a que llegara por correo. A finales de diciembre de 2025 yo aún seguía sin la bendita tarjeta, por lo que tuve nuevamente que comenzar a hacer reclamaciones.

Así llevaba 6 meses con una certeza muy clara —la de haber comprobado de primera mano el funcionamiento mediocre e incompetente de esta entidad.

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