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La odisea de buscar nuestra casa de vacaciones. ¡Finalmente la encontramos!

Hola a todos,

Aquí les dejo los posts anteriores sobre esta historia:

Como ya les comenté en el artículo anterior, en la búsqueda de la casa para nuestras vacaciones, llegamos a una propiedad en un pintoresco pueblo de Ourense llamado Cenlle. Esta casa, que tenía un precio de 110.000 euros, nos sorprendió gratamente por su gran potencial.

Aunque presentaba algunos puntos mejorables como puertas y ventanas, la casa tenía un encanto propio. La calidad de la estructura de piedra, y el techo, eran aspectos casi inmejorables. De hecho, era la única casa que habíamos visitado en la que no hacía frío.

La casa estaba prácticamente nueva ya que sus dueños la habían comprado hace 9 meses y la vendían porque se separaban.

Lo que también nos encantó de la propiedad fue el hecho de que venía con una ruina adjunta, que nos ofrecía la posibilidad de reformarla y convertirla en una segunda vivienda. Además, en la venta se incluía tres terrenos, lo que brindaba un amplio margen para futuros proyectos.

Al día siguiente de nuestra visita la propiedad ya no estaba disponible en Idealista. Al preguntar al propietario, nos informó que la tenía «apalabrada», es decir, que la tenía medio reservada. Sin embargo, el propietario añadió que, aunque la tenía apalabrada, seguía escuchando ofertas, lo que nos dio una pequeña esperanza.

Seguimos con nuestra búsqueda y le dijimos que, si no encontrábamos nada que nos convenciera, entraríamos en contacto con él nuevamente. El 15 de febrero visitamos cuatro casas y todas fueron una auténtica decepción.

Después de pensarlo un poco más, decidimos ofrecerle 100.000 euros. Sin embargo, el propietario nos respondió que lo máximo que podía aceptar eran 107.000 euros, una diferencia pequeña, pero significativa para nosotros en ese momento.

Decidimos aceptar su contra oferta, ya que, a pesar de que la casa tenía algunos puntos mejorables, en general, nos parecía una opción bastante buena. Sabíamos que iba a requerir algunas reformas, como cambiar ventanas, puertas y algunos detalles más, pero considerando el estado general de la casa y la oportunidad que representaba, lo veíamos como una inversión que valía la pena.

Además, después de haber visitado ya más de 30 casas en este proceso de búsqueda, el precio nos parecía razonable comparado con lo que habíamos encontrado hasta entonces. La calidad de la casa, sumada a la posibilidad de aprovechar la ruina para futuras reformas, hizo que tomáramos la decisión de avanzar con la compra.

A partir de mediados de febrero, comenzamos a pedirle al propietario de la casa toda la documentación necesaria para asegurarnos de que no había ningún problema con la propiedad, que no tuviera ilegalidades ni deudas, y que todo estuviera en regla.

Esta precaución surgió a raíz de nuestra experiencia en Porto, cuando nos estafaron al comprar una casa que más tarde descubrimos que estaba en una situación ilegal. Aunque nunca habíamos tenido que hacer estos procedimientos cuando compramos propiedades en España, donde este tipo de situaciones son impensables, queríamos asegurarnos de no repetir el mismo error.

Además, dado que no había una inmobiliaria involucrada en la venta, la responsabilidad de verificar todos los aspectos de la casa recayó sobre nosotros.

Por eso, Diego se puso en contacto con un amigo abogado suyo y le envió toda la documentación de la casa, la ruina y los tres terrenos para que pudiera revisarlo todo y confirmar que no había nada irregular.

Por suerte, el abogado dio el visto bueno a toda la documentación, aunque nos recomendó que, como medida adicional, consultáramos con el ayuntamiento para verificar que no existiera ningún plan urbanístico o de ordenamiento futuro, como la construcción de una carretera o alguna otra obra que pudiera afectar a los terrenos.

Diego también se puso en contacto con el ayuntamiento para preguntar si la casa y las propiedades vinculadas tenían alguna deuda o problema. Nos informaron que existía una pequeña deuda, inferior a seis euros, que ni siquiera había sido emitida como recibo, lo cual nos dio tranquilidad en ese aspecto.

Por si fuera poco, Diego contactó al notario que había formalizado la compra anteriormente para preguntar qué documentos necesitábamos para completar la venta. Dado que el propietario tenía una hipoteca, nos explicó que, aunque nosotros no necesitábamos financiación, sería necesario retener un importe en el momento de la venta para poder cancelar dicha hipoteca. También nos pidió que el propietario proporcionara los últimos seis recibos del IBI para asegurarnos de que no hubiera deudas adicionales.

Luego de hablar con el notario, contactar al ayuntamiento, recibir la confirmación del abogado y asegurarnos de que, en general, la compra de la casa era segura, finalmente comenzamos a sentirnos más tranquilos con la decisión que estábamos tomando.

Con toda esta información en mano, le informamos al propietario de la casa que, si durante la primera semana de marzo lográbamos aclarar los puntos pendientes, nos gustaría firmar el contrato de arras el sábado 8 de marzo. A partir de ese momento, haríamos una cita con el notario para la compra efectiva de la casa.

Como el contrato de arras tenía cosas por modificar, al final los vendedores movieron la fecha para el 15 de marzo.

Ese día volvimos a hacer una visita, esta vez verificando el funcionamiento de todo y haciendo fotos de los muebles y electrodomésticos que quedaban en la propiedad. Luego firmamos el contrato de arras y esa noche hicimos la transferencia de los 5.000 euros de la reserva.

Como queríamos hacer la escritura el día 11 de abril, ese mismo lunes nos pusimos en contacto con un par de notarías para ver la disponibilidad.

Inicialmente habíamos pensado en hacer la escritura en la misma notaría donde los vendedores la habían hecho, pero como la segunda vez que llamamos fueron un poco maleducados y no tenían disponibilidad para ningún viernes de abril, decidimos mirar otras opciones.

En el siguiente post les contaré cómo fue el proceso luego de la compra y los procedimientos que tuvimos que hacer posteriormente.

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