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Un viaje muy largo para llegar a Playa del Carmen

Hola a todos,

Luego de estar unos cuantos meses en Portugal, volvimos a España a pasar los meses de verano. Teniendo el apartamento de Diego en Valencia y viendo cómo se pone todo en esas fechas, decidimos regresar con la idea de pasar solo julio y agosto, para partir a un nuevo destino a inicios de septiembre.

Justo a inicios de julio tuvimos una visita al apartamento de una pareja que estaba interesada en comprarlo y nos dijeron que sí, que lo querían.

En otro post les contaré como fue el proceso de venta, pero la cosa es que nosotros pensábamos que en un mes firmábamos la venta. Pero no, estábamos a finales de septiembre y aún no teníamos noticias de los chicos.

Pensamos en irnos un par de meses a algún país de Europa del norte para darles tiempo de que gestionaran la hipoteca con el banco. Elegimos Rumania, pero luego vimos que no había buenos alojamientos. Por lo que descartamos ese país, luego dijimos “menos mal” porque justo empezaron a subir los casos de covid y estaba todo colapsado.

Lo gracioso es que esta vez fue Diego el que estaba asqueado al mes de estar en España y con ganas locas de irse.

A finales de septiembre decidimos no dar más vueltas e irnos a Sudamérica que era nuestro plan inicial desde que ambos trabajamos remotamente. Además, el padre de Diego tenía un poder notariado para hacer cualquier gestión legal que fuera necesaria por lo que Diego no tendría que volver a España para firmar la venta del apartamento.

Yo quería ir a Argentina y luego ir subiendo y recorriendo todos los países, pero muchos países de Sudamérica todavía estaban cerrados por covid en septiembre de 2021.

Por lo que pensamos en irnos a México unos meses hasta que las cosas se fueran normalizando por el sur.

Queríamos playa y yo desde que veo Bachelor in Paradise estoy con ganas de conocer Sayulita, pero lamentablemente ahí no encontramos ningún alojamiento que se adaptara a nuestras necesidades y a nuestro budget: céntrico porque no queremos alquilar carro, buen internet, zona para trabajar y cocina bien equipada.

Habíamos descartado Tulum desde nuestro primer viaje a México porque es masivo, todas las playas están cerradas por los resorts y porque no se podía dormir por el ruido de las discotecas.

No conocíamos Cancún, pero quedaba descartado también porque el turismo es masivo.

Investigamos que Playa del Carmen quizás era un lugar como nos gustan a nosotros sin demasiado turismo.

Con el destino decidido, llegó el momento de ver cómo llegábamos.

Desde Valencia no había vuelo directo a Cancún y lo más barato que encontramos fue con Lufthansa haciendo una escala de 5 horas de Frankfurt (Luego vimos que quizás hubiera sido mejor volar desde Madrid o Barcelona directamente a Cancún).

Volamos a Ciudad de México y decidimos hacer noche allí porque el único vuelo que iba a Cancún por la noche, no nos dejaba mucho margen para agarrar las maletas y volver a facturar. Ya en nuestro primer viaje a México perdimos un vuelo del estilo y no queríamos que nos pasara lo mismo.

Tengo que decirles que era la primera vez que volaba en un avión tan enorme de dos pisos y tampoco había visto nunca tanta gente que fuera en primera clase. De hecho, parecía que era más la gente que iba en primera clase que en la turista.

A pesar de que el avión era enorme, el espacio que tenías para moverte en la clase turista era el más pequeño que he visto hasta el momento. Por lo que las horas de vuelo se hicieron bastante más agobiantes que de normal.

Nosotros pedimos comida vegana y no estaba mal; eso sí, se nota que las porciones son cada vez más pequeñas.

Lo que me dejó impresionada fue darme cuenta de que la gente que no había pedido comida especial no tenía nada que elegir. Yo recuerdo que antes de ser vegana, te daban dos opciones de menú. Además, la lasaña que le dieron a la gente eran dos lochas de pasta en un mar de bechamel y la chica que tenía al lado, ni se la comió.

Es increíble como ha bajado abismalmente la calidad de las aerolíneas. De ahí me puse como nota mental intentar evitar Lufthansa para futuros viajes.

Otra cosa curiosa es que nadie nos revisó el equipaje de mano al momento de hacer la facturación de las maletas y al embarcar en Valencia y luego en Frankfurt, en los dos sitios me querían quitar la mochila para facturarla hasta Ciudad de México. Como se imaginarán, a mi precisamente no me la iban a hacer, pero lo gracioso es que había mucha gente con maletas de mano más grandes que mi mochila. Diego dice que es porque el forro era amarillo fluorescente y llamaba mucho la atención.

Al día siguiente nos fuimos al aeropuerto y ustedes no se imaginan la gentuza que iba a Cancún. Lo más marginal y maleducado que se puedan imaginar. Menos mal que el vuelo era corto porque fue una pesadilla: la gente cerrando los compartimientos de equipajes a golpes, todos gritando, riendo a carcajadas, gente roncando, etc.

Yo me quejaba siempre de la mala educación de los españoles y sobre todo en los vuelos que salían de Valencia, pero ni allí me pasó estar en un vuelo con tal cantidad de gente tan subnormal. Nosotros nos sentimos afortunados de no quedarnos en Cancún.

Como fase final del viaje, agarramos un taxi que nos costó 1100 pesos ya que no hay Uber en Playa del Carmen. Cuesta una hora llegar de Cancún a Playa del Carmen.

Teníamos la opción de irnos con el autobús de ADO hasta la estación de Playa del Carmen, pero llevando 3 maletas y con el cansancio que teníamos, decidimos agarrar taxi y evitarnos más molestias.

Así, luego de casi 48 horas de viaje, estábamos finalmente en Playa del Carmen.

Ya les iré contando la experiencia y las cosas que vistamos en futuros posts.

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