Islandia es uno de esos lugares que te marcan. Por la fuerza de su naturaleza, por lo inhóspito del paisaje, por la agresividad de su clima, y también por lo difícil que puede llegar a ser recorrerla.
Aquí te cuento cómo fue mi ruta de 13 días en camper van dando la vuelta a la isla, y al final te dejo una serie de reflexiones que creo que hay que tener en cuenta antes de viajar a este país.
Día 1 – Seljalandsfoss, Gljúfrabúi, Skógafoss, Dyrhólaey, Reynisfjara
La primera noche la pasamos en el camping del aeropuerto. A la mañana siguiente fuimos al supermercado y arrancamos ruta.
Primera parada: Seljalandsfoss, una cascada altísima detrás de la que puedes caminar (y empaparte). Muy cerca está Gljúfrabúi, escondida entre las rocas, que parece sacada de una película de fantasía.
Luego fuimos a Skógafoss, otra cascada impresionante. Después, rumbo a la costa sur: Dyrhólaey, con su arco de piedra y vistas espectaculares, y Reynisfjara, la famosa playa de arena negra con columnas de basalto.

Día 2 – Eldhraun, Fjaðrárgljúfur, Dverghamrar, Svartifoss, Skaftafellsjökull
Empezamos el día atravesando el lava field de Eldhraun, una inmensidad cubierta de musgo. Paramos en el cañón Fjaðrárgljúfur, que es mágico, y luego en Dverghamrar, unas formaciones basálticas junto a la carretera.
Ya dentro del parque de Skaftafell, hicimos la caminata hasta Svartifoss, una cascada rodeada de columnas negras de basalto, y luego llegamos hasta la lengua del glaciar Skaftafellsjökull, que impone muchísimo. Aquí ya llovía y había mucha neblina, por lo que las fotos no fueron muy idílicas.

Día 3 – Svínafellsjökull, Diamond Beach, Jökulsárlón, Skútafoss, Hvalnes, Hænubrekkufoss
Nos acercamos al glaciar Svínafellsjökull, menos turístico y muy salvaje. Luego paramos en Jökulsárlón, donde los icebergs flotan por la laguna, y cruzan hasta Diamond Beach, donde descansan sobre la arena negra como piedras preciosas.
En esta época, no vale mucho la pena visitar Diamond Beach porque los trozos de hielo que vas a ver son muy pequeños.
También visitamos la cascada Skútafoss, pasamos por el faro de Hvalnes, y terminamos en Hænubrekkufoss, otra cascada escondida que mereció mucho la pena.

Día 4 – Borgarfjörður, Rjúkandafoss, Dettifoss
Cruzamos al este, subiendo hasta Borgarfjörður, un fiordo con mirador a una colonia de frailecillos. Paramos en Rjúkandafoss y terminamos en Dettifoss, que es una de las cascadas más potentes que he visto en mi vida.
La cascada Dettifoss aparece en la escena inicial de la película Prometheus (2012), dirigida por Ridley Scott y parte del universo de Alien.

Día 5 – Hverir, Hverfjall, Dimmuborgir, Höfði, Skútustaðagígar, Goðafoss
Llegamos a la zona geotérmica de Hverir: barro hirviendo, vapor, olor a huevo podrido. Me llamó la atención que aquí había un cartel que decía que la zona era inestable y que los geiseres podían explotar en cualquier momento, y que entrabas bajo tu propio riesgo.
Subimos al cráter Hverfjall, exploramos los campos de lava de Dimmuborgir, y paseamos por los pseudocráteres de Skútustaðagígar. Terminamos en Goðafoss.

Día 6 – Mígandifoss, Basalt Columns, Fosslaug, Hvitserkur
Este día fue más relajado. Visitamos Mígandifoss, una cascada menos turística, y unas columnas de basalto que encontramos de casualidad. Fuimos al hot pot Fosslaug, al lado de un río con una cascada también impresionante, y luego a Hvitserkur, una formación rocosa que emerge del mar y que es mejor visitar con marea baja.

Día 7 – Kolugljúfur, Grábrók
Cañón de Kolugljúfur: increíble y poco visitado. Luego hicimos una pequeña caminata por el cráter de Grábrók, ya en el oeste. Llegamos a Reykjavík donde haríamos base hasta el final de nuestra estadía.

Dia 8 – Reykjavík
La noche anterior había llegado el jefe de Diego a la ciudad. Aprovechamos para dar una vuelta con él y conocer Reykjavík. Como ciudad tiene muy poco de atractivo, por eso es por lo que de normal la gente que ha estado ni siquiera recomienda visitarlo.
Día 9 – Þingvellir, Geysir, Gullfoss, Langjökull, Kerið
Entramos en la zona del Círculo Dorado. Vimos el parque nacional de Þingvellir, donde se separan las placas tectónicas. En Geysir vimos el famoso géiser estallar, y luego llegamos a Gullfoss, una cascada majestuosa. También visitamos el glaciar Langjökull y el cráter Kerið.
Este día también paramos en la carretera ya que yo quería tomarme fotos en un campo de flores de lupino ártico.

Día 10 – Reykjadalur
Este fue un día relativamente de descanso ya que solo hicimos una ruta de senderismo de alrededor de 12 kilómetros para llegar al río termal Reykjadalur que es gratuito.
Habíamos llevado trajes de baño, pero con tantísima gente, se nos quitaron las ganas, por lo que decidimos seguir la ruta de senderismo un poco más hacia arriba y fue la opción acertada. Vimos geiseres por todas partes, ovejas, una pequeña cascada y un cañón.

Día 11 – Snaefellsnes: Bjarnarfoss, Rauðfeldsgjá, Arnarstapi, Saxhóll, Skarðsvík, Svöðufoss, Kirkjufellsfoss
En la península de Snæfellsnes visitamos cascadas como Bjarnarfoss y Svöðufoss, la garganta mágica de Rauðfeldsgjá, los acantilados de Arnarstapi, el cráter de Saxhóll, y la playa de Skarðsvík. Cerramos con la icónica Kirkjufellsfoss.

Día 12 – Lago Elliðavatn
Este día queríamos visitar Glymur, pero estaba lloviendo y no iba a parar de llover en todo el día. Llegamos hasta allí y para colmo, no había nada de visibilidad.
Como no tenía ganas de hacer la ruta de senderismo empapada y muerta de frío, regresamos al alojamiento y por la tarde, cuando salió el sol, Paseamos por el lago Elliðavatn que estaba justo al lado del alojamiento. Dimos la vuelta al lago y fueron alrededor de 10 kilómetros.
Día 13 – Glymur
Último día: hicimos la caminata hasta Glymur, la que fue durante años la cascada más alta de Islandia.
Esta ruta de senderismo fue impresionante y tuvimos un día soleado, por lo que nos tomamos unas fotos maravillosas.
La ruta es difícil y hay que cruzar un río helado, pero vale completamente la pena. Es de lo más bonito que vi en el país.

Viajar por Islandia fue una experiencia intensa en paisajes y también en cansancio. A los seis días sentíamos como si lleváramos dos semanas. No solo por las muchas horas al volante, sino por lo cambiante del clima, las condiciones de los campings y las dificultades prácticas que nos encontramos.
Lo primero que me sorprendió fue lo inhóspito del paisaje. Yo, que vengo de Porto y tengo casa en Ourense, estoy acostumbrada a ver verde por todas partes, árboles frondosos, bosques. En Islandia, en cambio, el paisaje es casi lunar.
Hay belleza, sí, pero también una cierta desolación. Apenas hay árboles. Apenas hay sombra. Todo es viento y roca volcánica.
También es impresionante recorrer tantos kilómetros viendo naturaleza sin rastro de asentamientos humanos.
El clima fue uno de los grandes retos. Lluvia, frío, viento helado. Y claro, pasar las primeras noches en campings no ayudó.
En cuanto al turismo, también hay cosas que me sorprendieron para mal. Hay lugares donde te cobran por caminar por un sendero natural. Algunos tenían grafitis donde la gente se quejaba por los precios. En todos los puntos turísticos el estacionamiento cuesta 7 euros por un máximo de 3 horas. Y si no lo pagas, te toman la matrícula y lo tienes que pagar al devolver el auto de alquiler.
Aunque hay formas de no pagar —como estacionar más lejos—, te das cuenta de que están preparando todos los estacionamientos gratuitos para empezar a cobrar también allí. Todo está en expansión: vimos hoteles en construcción, parkings nuevos, restaurantes construyéndose por todas partes. El turismo en Islandia está creciendo a un ritmo acelerado. Esto se nota además cuando vas recorriendo porque en todos los lugares hay muchísima gente.
Islandia es un país precioso. Pero también fue un viaje difícil, intenso, caro y muy distinto a lo que uno espera cuando se imagina un roadtrip por la naturaleza. Volvimos agotadas, pero con la sensación de haber recorrido un mundo aparte.
En el siguiente post les contaré un poco más sobre la experiencia general y sobre las cosas buenas y malas que tiene el país.


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