Hola a todos,
Les conté ya cómo fue la llegada a la casa, cómo empezamos a limpiarla con esfuerzo (y lejía), y cómo poco a poco fuimos dándole vida otra vez. Pues ahora traigo la segunda parte de esta historia, ese momento en el que ya no solo limpias, sino que empiezas a soñar en colores.
Para nuestro cuarto fin de semana en la casa, llegamos el sábado al mediodía, aunque la idea era haber salido temprano. Yo iba con toda la intención de pintar la fachada ese fin de semana, pero no paró de llover.
Fuimos a Leroy Merlin y compramos la pintura de la fachada y chalk Paint para los muebles. Iba a ser epoxi gris, pero terminé eligiendo otra especial para fachadas, supuestamente impermeabilizante. Al final, mantuve el color original de la casa porque el Concello de Cenlle tiene normas de patrimonio sobre eso.
Nada más llegar también nos pusimos a limpiar nuevamente el horno de leña de la cocina. Se nos había olvidado protegerlo de la gotera, que aún seguía ahí porque el antiguo propietario aún no había enviado a nadie a repararla. Intentamos encender la leña para usar la cocina como calefacción (aun hacía frío y estábamos en mayo) pero no hubo manera de que encendiera.
Nos pasamos todo el fin de semana pintando con la pintura de tiza: una mesa del comedor (que ahora sería escritorio de Diego), dos sillas y una librería blanca de la sala.
¿El resultado? Desastre.
La pintura no cubría bien, se saltaba con cualquier roce, y encima la consistencia era pésima. Seguramente el bote estaba viejo. Me frustré muchísimo. Esa librería, además, ni siquiera me gustaba desde el principio. Pero como es cara y hecha a medida, decidimos conservarla. Ahora me estoy planteando regalarla para que se la lleven.
Las sillas negras quedaron un poco mejor, pero tampoco me gustaron. De hecho, ya estoy pensando en meterlas al garaje. Habría sido más barato y efectivo comprar dos sillas negras en Ikea por 15 euros cada una que gastarme casi 40 en dos botes de pintura.
Como los muebles de Ikea todavía no habían llegado, no había mucho más por hacer. Aprovechamos para instalar dos lámparas en el salón, lo cual fue toda una odisea porque el techo es altísimo. No teníamos escalera adecuada, así que improvisamos una estructura con mesa, sillas y banquito para que Diego pudiera alcanzarla.
También hicimos la segunda limpieza profunda del garaje, esta vez con lejía pura y casi nos intoxicamos. La vez anterior usamos lejía diluida y todo bien. Esta vez fue tan fuerte que me picaron los ojos toda la noche. Pero bueno, el garaje quedó limpio y con menos olor a cerrado.
Colocamos también una base antivibración para la lavadora y por fin la usamos. Ya estaba limpísima desde el finde anterior, así que eso fue otro pequeño paso.
Por último, armamos las dos sillas de oficina que habíamos comprado en Carrefour.
Para el quinto fin de semana Porto nos despidió con una granizada y llegamos a Ourense pasada la hora de comer. Este fin de semana tampoco podríamos pintar ya que llovió sin parar.
Mientras Diego montaba dos sillas de cocina (15 € cada una de IKEA), yo aproveché para comenzar a limpiar el techo más a fondo y tapar con masilla plástica todas las grietas del asentamiento de la obra. Todavía salían kilos de pelusas, polvo y tierra de los rincones del techo.
Con las sillas listas pasamos al recibidor. Cuatro zapateros Trones terminaron por ser la solución luego de haber mirado muchas opciones. Una pared de piedra también tiene sus complicaciones ya que es duro taladrar y los zapateros quedaban torcidos debido a la irregularidad de la pared.
Pasamos a limpiar el techo y la pared del área de la habitación y decidí cambiar el diseño de la habitación y así podría mantener la cama blanca y el armario.
El domingo cambiamos dos lámparas y limpiamos el techo del baño.
Aunque este finde no tuvimos mucho que hacer, aprovechamos para que viniera el técnico a inspeccionar la gotera que repararía cuando dejara de llover, también vino un señor a medir las ventanas para hacer el presupuesto y el lunes entregaron el sofá y la isla de la cocina.
También decidimos que teníamos que reformar la cocina y le dije al carpintero que viniera a tomar las medidas.
El 16 de mayo nos fuimos muy pronto ya que finalmente venía el técnico a reparar la gotera con la que llevábamos un mes.
Esa misma tarde, me puse a limpiar la canaleta de la parte de la terraza y a echar lejía nuevamente a todas las partes que aún tenían musgo. Como este fin de semana hizo sol, conseguí quitar bastante musgo.


Ese viernes no hicimos casi nada ya que Diego tenía que trabajar y yo estaba cansada.
El sábado nos pusimos a pintar la fachada y la parte de detrás; no fue tarea fácil debido a la altura de la casa y a que no teníamos andamio. Afortunadamente la casa no tiene mucho que pintar.

También vino el carpintero y tomó las medidas de la cocina. Además, debido a que las paredes del baño eran de pladur, nos dimos cuenta de que no se podía poner la puerta como yo quería.
El penúltimo fin de semana de mayo, salimos el viernes por la noche desde Porto y, como ya era costumbre, hicimos una parada estratégica en IKEA. Nos habíamos creado el hábito de pasar por ahí al menos una vez a la semana, siempre con la esperanza de encontrar algo interesante en la sección de segunda mano.
Llegamos a Ourense alrededor de la una de la mañana, directos a dormir.
El sábado arrancamos temprano con tareas pendientes: subimos la cama al nivel más alto y por fin pudimos estrenar el juego de sábanas verde que llevábamos meses buscando. Diego se puso manos a la obra con las mesitas de noche que habíamos comprado en IKEA Portugal. En teoría, las íbamos a pedir por la web de IKEA España, pero después de una odisea con los puntos acumulados y una “incidencia” que no se resolvía nunca, nos dio igual y las compramos directamente en Portugal.
Como no teníamos grandes planes para ese finde, aprovechamos para montarlas. Después, Diego volvió a intentar instalar el papel efecto espejo en la puerta que da a la terraza. Ya lo había intentado antes, pero la primera vez el papel se rompió y hubo que pedir uno nuevo.
Después de eso nos metimos de lleno con otro proyecto: colocar un wallpaper que yo había comprado para pegar en la parte trasera del armario. Esa parte da justo a lo que usamos como zona de trabajo y debíamos decorarla de alguna forma. Así que la idea era embellecerla un poco con un papel de pared con temática de bosque, para darle un aire más acogedor y que se integrara mejor con el resto del espacio.
Pasamos prácticamente todo lo que quedó del sábado, desde después de comer hasta la noche, en eso. No se imaginan el trabajo que fue. A pesar de los fallos, quedó bastante bien.
El domingo seguimos con la lista interminable de tareas. Esta vez le tocó al techo: limpiamos la parte que queda justo encima del área de trabajo, y ya sólo nos faltaba un pedacito, el que está sobre el sofá, que dejamos pendiente para cuando lo instalemos. También nos metimos con el techo de la cocina, que tenía su buena dosis de polvo acumulado, y armamos una isla de IKEA que habíamos pedido hacía tiempo.
Pero, cómo no, también eso fue una odisea. Nos llegó mal, con una pieza repetida, así que tuvimos que gestionar una devolución, esperar que la recogieran, que enviaran otra vez el paquete. Un desastre. La verdad es que tanto IKEA España como el de Portugal nos han dado más dolores de cabeza que alegrías.
Después de eso me puse a limpiar un poco el garaje, y ahí fue cuando nos dimos cuenta de que tanto el tubo del inodoro como el de la ducha estaban goteando. Otro problema más. Otro vicio oculto que, claramente, el expropietario debería asumir. Así que tomamos fotos, grabamos vídeos y se los mandamos. Su respuesta: que lo gestionáramos nosotros y que luego le pasáramos la factura.
Ese fin de semana también vino un albañil que me habían recomendado, de una empresa muy pequeña de la zona. Aproveché para preguntarle mil cosas y así ir armando presupuestos. Pero para que se den una idea de cómo está el panorama en Ourense: el de la cocina y el de las ventanas ya me habían dicho que tenía disponibilidad recién para septiembre, y este señor me dijo que no tenía hueco hasta 2026.
Finalmente, terminamos de sanear la parte de arriba de la cocina de leña y le aplicamos una pintura negra resistente a altas temperaturas.
Y así terminó otro fin de semana. Yo sentía que no habíamos hecho tanto, pero cuando lo pensaba bien, estéticamente habíamos avanzado un montón. La casa empezaba a parecerse un poco más a lo que yo tenía en mente.


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