Hola a todos,
En abril de 2025, decidimos empezar nuestro recorrido por las capitales del norte de Europa con Ámsterdam, una ciudad que había estado en mi radar por mucho tiempo. Sin embargo, lo que encontré en esta ciudad no solo fue sorprendente, sino también lleno de contradicciones.
Lo que imaginaba como una ciudad ejemplar, idealizada por su fama de “primer mundo” y su tolerancia, resultó ser algo muy distinto en varios aspectos.
Planificación:
- Llegada a la ciudad y luego de almorzar, hicimos el recorrido de Jordaan
- Centro de Amsterdam
- Keukenhof y Norte de Amsterdam
- Zaanse Schans y Edam
- Último día. Paseo por el centro en la mañana, almuerzo, y regreso al hotel para buscar las maletas.
Suciedad y masificación
Lo primero que noté al llegar a Ámsterdam fue la suciedad. Nos alojamos en un hotel fuera del centro, lo que resultó ser una gran elección debido a la extrema masificación del turismo en el corazón de la ciudad.
En la primera zona que visitamos, notamos de inmediato la cantidad de basura en las aceras y los canales, que, aunque hermosos, también estaban llenos de residuos flotando. La cantidad de turistas también era abrumadora, algo que se repitió a lo largo de nuestra estadía.
De hecho, no entramos al Museo de Ana Frank debido a la cola que había para acceder.
El Barrio Rojo y la prostitución

Un aspecto que no pude ignorar fue la legalización de la prostitución y las drogas. Durante el recorrido por el Barrio Rojo, me sentí abrumada no solo por la suciedad y el ambiente turbio, sino también por la contradicción que supone vivir en una ciudad donde el comercio sexual de la mujer es parte de la vida cotidiana.
Aunque la prostitución está legalizada, la experiencia de caminar por esas calles y ver la interacción de algunos grupos de hombres en ese contexto me resultó profundamente incómoda.
Como feminista, no puedo dejar de pensar en cómo esta realidad refleja una sociedad que aún no ha erradicado la explotación sexual de las mujeres. Aunque se intente normalizar, la prostitución sigue siendo un comercio que explota a las mujeres.
Al inicio, se colocaron también locales con hombres, pero no funcionó ya que las mujeres no consumimos prostitución.
Son los hombres quienes pagan para violar mujeres y el hecho de que esté permitido, deja claro que la sociedad holandesa es machista.
Aquí te cuento un poco más sobre la legalización de la prostitución en los países bajos:
La prostitución en los Países Bajos nunca fue realmente ilegal, pero durante siglos estuvo en una especie de “zona gris”. No estaba permitida oficialmente, pero tampoco se perseguía con demasiada fuerza. En ciudades portuarias como Ámsterdam, ya en la Edad Media había prostíbulos operando a plena vista. La lógica era: “si no puedes erradicarlo, al menos contrólalo”.
Durante mucho tiempo, el enfoque neerlandés fue el de la tolerancia pragmática. No es que consideraran la prostitución algo deseable, pero preferían tenerla regulada antes que empujarla a la clandestinidad. Este principio se llama gedogen, y se aplica también a otras cosas como las drogas blandas.
Aunque era tolerada, la prostitución no era legal del todo hasta el año 2000. Ese año, el gobierno decidió levantar la prohibición a los burdeles, lo que significó que, desde entonces:
- Los prostíbulos podían operar como negocios legales.
- Las trabajadoras sexuales podían registrarse como autónomas.
- Debían pagar impuestos, tener cobertura sanitaria, cotizar a pensiones, etc.
- Las autoridades podían controlar mejor las condiciones laborales y combatir la trata de personas.
La idea era clara: si ya existía, mejor sacarlo de las sombras y darle derechos a quienes trabajaban en ello. Esto se vendió como una medida “pro-derechos”, feminista incluso.
Pero no fue tan bonito como parecía
Con el tiempo, comenzaron a surgir críticas. Muchas de las trabajadoras sexuales registradas sí eran autónomas, sí trabajaban por decisión propia… pero muchas otras no. Lo que empezó a notarse es que la trata de mujeres no desapareció con la legalización. Al contrario: se camufló mejor.
En el famoso Barrio Rojo de Ámsterdam, muchas mujeres vienen del este de Europa o de países empobrecidos. Y aunque oficialmente están ahí por cuenta propia, en la práctica muchas están bajo control de proxenetas, endeudadas, o coaccionadas.
En los últimos años, incluso dentro de Ámsterdam, hay un cambio de perspectiva. Muchos políticos locales, feministas y vecinos dicen que el modelo no está funcionando como se pensaba. Por eso:
- Se ha reducido el número de vitrinas en el Barrio Rojo.
- Se está planteando trasladar la zona de prostitución a las afueras de la ciudad.
- Hay campañas para reducir el turismo sexual.
- Y se está hablando más de modelos abolicionistas (como el sueco), donde el foco está en penalizar al cliente y proteger a la mujer.
En resumen, La prostitución se legalizó en 2000, con buenas intenciones: dar derechos, controlar, combatir la trata. Pero en la práctica, la explotación no desapareció. Hoy, los Países Bajos están repensando ese modelo ya que no funcionó.
Comida vegana
Un aspecto que me sorprendió de manera positiva fue la oferta de productos veganos en los supermercados. En lugares como Lidl y Aldi, la variedad de carnes y quesos veganos era impresionante, algo que en España o Portugal aún no he encontrado.
Sin embargo, lo curioso fue que, a pesar de la gran oferta en los supermercados, la ciudad no tiene tantos restaurantes veganos, lo que me dejó un tanto desconcertada. Aunque probé varias opciones veganas, como sushi y hamburguesas veganas, me pareció que la ciudad tiene margen para mejorar en este aspecto.
Lo que me gustó: La bicicleta y urbanismo
Algo muy positivo fue que no había tráfico, un fenómeno sorprendente para una ciudad tan popular. A lo largo de mi visita, experimenté lo que parecía ser un domingo festivo todos los días, ya que prácticamente no veías autos en las calles.
Ver cómo toda la ciudad funciona sin autos, con sus ciudadanos desplazándose en bicicleta, fue una verdadera lección de urbanismo y sostenibilidad.
Esto, sin duda, es algo que otras ciudades de Europa deberían imitar. Este modelo de movilidad es algo que, a mi parecer, hace a Ámsterdam única.
Por otra parte, aunque Amsterdam no es una ciudad tan verde como Porto, por ejemplo, el urbanismo va enfocado a que la vegetación esté presente ya que todo está lleno de macetas con plantas, y todas las edificaciones tienen un espacio delimitado para la vegetación.
En el norte de la ciudad, que es la zona de nueva construcción, se podía apreciar aun más esta tendencia y en el centro de los edificios siempre había una zona común llena de verde.

En general, desde el principio, el tema de la prostitución legalizada, las drogas blandas legalizadas, y la falta de una sanidad pública gratuita y universal, son aspectos que me hacen pensar que Países Bajos no es un lugar en el que me gustaría vivir.
A pesar de ser una ciudad bonita, porque cualquier lugar con ríos y canales tiene su encanto, y me fascinó la arquitectura, la suciedad me resultó muy desagradable. Además de la cantidad de basura en las aceras y los grupos de hombres que se ven, sabiendo a qué van a la ciudad, sumado al omnipresente olor a marihuana, creó una sensación incómoda.
Desde mayo de 2023, el Ayuntamiento de Ámsterdam ha implementado medidas para intentar limitar el consumo de prostitución y drogas por parte de los turistas. Se ha prohibido fumar cannabis en el centro histórico, incluyendo el Barrio Rojo y se han restringido los horarios de las vitrinas y los bares. Esta medida responde a las quejas de los residentes sobre el ruido, la suciedad y la inseguridad provocada por los turistas.
Algo más que me chocó fue la falta de baños públicos; ni siquiera en el centro comercial había baños gratuitos, y si querías usarlos, tenías que pagar un euro o un euro cincuenta, lo cual me parece absurdo para una ciudad que recibe tanto turismo.
En cuanto a la gente, el trato fue siempre cordial y educado. Es cierto que la simpatía de los portugueses es difícil de igualar, pero los holandeses, en general, son correctos y educados.
Lo que más me impresionó de Ámsterdam, sin duda, fue la cultura de la bicicleta. El hecho de que la ciudad funcione sin autos, me pareció algo impresionante. Es un modelo de ciudad que, sinceramente, creo que debería ser exportado a toda Europa.

Gastos:
- Vuelos: 409 euros
- Hotel: 650.28 euros
- Comida: 254.86 euros
- Supermercados: 39.6 euros
- Transporte: 119.67
- Visitas: 65 euros
- Primark: 6 euros
TOTAL: 1544.41 euros
Aquí te explico más sobre la sanidad en los Países Bajos:
En los Países Bajos no existe una sanidad 100% pública como tal. Lo que tienen es un sistema universal pero basado en seguros de salud privados obligatorios.
Todo el mundo está obligado por ley a contratar un seguro médico básico. Esto aplica tanto a ciudadanos neerlandeses como a residentes (incluidas personas que se mudan allí por trabajo o estudios). No es opcional.
Ese seguro básico cubre lo esencial, como:
- Visitas al médico de cabecera
- Hospitalizaciones
- Medicamentos básicos
- Atención médica de urgencia
- Maternidad y cuidados postnatales
- Atención psiquiátrica básica
No incluye cosas como:
- Dentista para adultos (solo cubre para menores de 18 años)
- Fisioterapia (excepto en casos crónicos)
- Gafas o lentillas
- Terapias alternativas
Si quieres que te cubran eso, puedes contratar un seguro complementario, que es opcional y depende de cada aseguradora.
En 2025, el seguro básico cuesta alrededor de 120-150 euros al mes por persona, dependiendo del proveedor.
Además, existe un “deducible obligatorio” que es la cantidad que pagas tú antes de que el seguro empiece a cubrir ciertos gastos (en 2025 es de unos 385 euros anuales). Esto se aplica solo a ciertos tratamientos, no al médico de cabecera.
Para menores de 18 años, el seguro es gratuito.
¿Y si no tienes seguro? Si vives allí y no contratas un seguro (aunque estés sano), te pueden multar. Literalmente no puedes vivir en Países Bajos sin estar asegurado, a menos que seas turista (y, aun así, te pedirán seguro de viaje si pasa algo).
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