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La odisea de buscar nuestra casa de vacaciones. Parte 3

Hola a todos,

En el post de hoy les cuento cómo sigue la búsqueda de casa con la esperanza de por fin conseguir algo que valga la pena.

Aquí tienen la primera y segunda parte de este post:

Luego de ver muchas casas y de que ninguna se adaptara a lo que estábamos buscando, decidimos darles una oportunidad a los terrenos con la idea de colocar una casa prefabricada.

A finales de enero de 2025 fuimos a Vigo para ver varios terrenos en una zona que quedaba justo pasando de Portugal a España.

Habíamos pedido visitar primero el que más nos gustaba

Este terreno nos pareció idílico porque estaba en lo alto de la montaña, con vistas al río y justo al lado de donde empezaba el bosque.

Visitamos 5 terrenos más, pero este fue el que más nos gustó.

Nos pusimos en contacto entonces con las empresas de casas prefabricadas para ver si encontrábamos alguna empresa que lo hiciera todo: colocar la casa, cimentación del terreno, vallado, portón y puerta de acceso a la propiedad, gestiones administrativas, etc.

Luego teníamos que ver si la carretera que había de acceso al terreno era suficientemente ancha para que pasara el camión con la casa prefabricada.

Cuando nos pusimos a revisar las páginas web de las empresas, vimos en primer lugar que no iba a ser tan barato como pensábamos.

Además, las dos primeras empresas que nos respondieron nos dijeron que ellos solo ponían la casa y que el resto debíamos gestionarlo nosotros.

Al día siguiente de haber contactado con las empresas de casas prefabricadas, nos apareció una casa por 110.000 euros que era solo de una habitación y un baño pero que tenía posibilidades de construir en la parte de abajo en el futuro.

Yo quería que la casa tuviera 2 baños como mínimo, pero tomando en cuenta la poca oferta y cómo estaban los precios inmobiliarios, ya estaba comenzando a flexibilizar algunos de mis requisitos.

Aunque ustedes no lo crean, las propiedades vuelan por más que estemos en crisis y la mayoría de la gente no llegue a fin de mes.

Escribimos de forma inmediata ya que sabíamos que esa propiedad no duraría mucho en el mercado. La casa se vendía porque la pareja se separaba y luego de hacer las preguntas de siempre, concretamos la visita para el sábado siguiente.

Estaba todo nuevo y limpio. A pesar de ser un loft, era amplio y yo lo podía dejar muy lindo.

Justo al lado había una casa de piedra en ruinas que también venía con la propiedad en venta; lo que daba posibilidades de reformarla en un futuro.

Además, tenía 3 terrenos.

Al día siguiente ya se había vendido.

Ese sábado vimos dos casas más pero no nos gustaron.

El lunes siguiente fuimos nuevamente a Ourense a ver una casa que costaba 69.000 euros. Al día siguiente de haberla visitado, nos dijeron que ya se había vendido.

La casa tenía bastante trabajo, pero era algo que podíamos hacer nosotros y estaba muy bien de precio.

Ustedes piensen que a estas alturas nosotros ya nos habíamos olvidado de todas las cosas que eran un “must” al principio; como, por ejemplo, que la casa tuviera dos baños.

Viendo cómo estaba la oferta, los requisitos habían disminuido y ahora lo mínimo que nos esperábamos es que la casa estuviera medianamente decente y que no necesitara obras.

El 15 de febrero fuimos a visitar 4 casas más. 2 en Ourense y 2 en Pontevedra.

La primera casa costaba 95.000 euros.

Esta casa fue una completa decepción y al visitarla, entendimos el precio.

En primer lugar, la parte de arriba era prácticamente cocina porque no cabía ni un sofá.

La trampa estaba en la escalera que bajaba a una especie de cueva que era la habitación principal. Era una especie de hueco diminuto en la piedra con unos peldaños en los que casi ni cabían tus pies; era necesario agacharse para poder entrar en el túnel que eran las escaleras. En la sala tampoco cabía ni el sofá.

Como se imaginarán, el propietario no colocó las fotos de las escaleras en el anuncio.

Seguimos con una casa de 110.000 euros que inicialmente habíamos descartado por que ya nos quedaba muy lejos de Porto.

Esta casa no estaba mal y nos la podían dejar en 95.000 euros. Lo malo es que tenía mucho trabajo y no compensaba para las 2h40 de viaje.

Además, las escaleras en esta vivienda tampoco eran nada cómodas.

La vivienda funcionaba como alojamiento turístico y el agente inmobiliario nos dijo que estaba siempre llena; sin embargo, cuando nos estábamos yendo, la vecina vino a decirnos que era mentira y que se alquilaba poco. Además, nos contó que la casa había empezado por 125.000 euros y no se vendía.

Fuimos a la tercera casa con esperanzas ya que, al costar 130.000 euros, debía estar mejor que las dos anteriores.

Esta casa fue la máxima decepción. Lo más absurdo es que tenías que salir de la casa para poder subir al primer piso. No había escalera en el interior de la casa.

Siendo ya la tercera casa en la que lo peor era la situación de la escalera, nos quedó el aprendizaje de que en el futuro siempre teníamos que preguntar por la escalera y pedir fotos.

De resto, la casa estaba para demoler y hacerla nuevamente porque no había nada que se pudiera salvar.

Además, la agente inmobiliaria a pesar de ser simpática fue muy agobiante porque no paraba de hablar y no nos dejaba irnos.

Por último, visitamos una casa de 135.000 euros.

Lo peor fue el olor a cigarro y a perro, y la suciedad. En el jardín también había un olor fortísimo a excremento de perros.

La visita a esta casa fue tortuosa y yo salí de ahí con dolor de cabeza y sintiéndome sucia. Fue tan desagradable que ni tomé fotos.

Aunque estaba recién reformada, todo era demasiado pequeño y las vistas del jardín era a la casa en ruinas y al basurero de los vecinos.

Terminamos el día deprimidos y enfadados porque habíamos perdido un día de nuestro fin de semana ya que los anuncios de las casas no mostraban la realidad.

Esa noche volvimos a contactar al propietario de la casa tipo loft que costaba 110.000 euros. Les había dicho que se había vendido, pero cuando le preguntamos, nos dijo que la tenía “apalabrada” y al poco tiempo volvió a activar el anuncio.

Le ofrecimos 100.000 euros y nos dijo que máximo podía llegar a 107.000. Aun así, con lo que habíamos visto, sabíamos que era una buena inversión.

Pedimos toda la documentación y la enviamos a nuestro abogado para que verificara que la propiedad no tenía problemas.

Más adelante les seguiré contando cómo sigue esta odisea.

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